Estudios en distintas partes del planeta han llegado a la conclusión que, en dosis moderadas, el vino mejora nuestra salud. Si no te gusta el vino, es momento de empezar a probarlo. Si te gusta, ya sabés de qué te estamos hablando.
En los años 90 se hizo en Burdeos “el” estudio sobre los efectos del alcohol en nuestro cuerpo. Allí se acuñó por primera vez el término “Paradoja Francesa”. Esta investigación demostró que la población gala tiene uno de los índices más bajos de afecciones cardíacas, a pesar de las dietas ricas en grasas saturadas. Todo, según el informe, se debe al consumo regular de vino tinto.
El vino tinto contiene: taninos, compuestos fenólicos como el resveratrol, que disminuye el colesterol dañino y aumenta el colesterol benigno. Otro punto a favor es la alta presencia de antioxidantes que retardan el proceso de envejecimiento, hay al menos 200 de ellos en cada vaso de vino tinto.
En base a estos datos un equipo de la Universidad de Washington lo probaron en la principal causa de ceguera en el anciano, la degeneración macular. Trabajaron con un grupo de ratas de laboratorio que sufrían esta patología y las trataron con altas dosis del antioxidante. El resveratrol tuvo efecto en la desaparición de los vasos sanguíneos irregulares por un mecanismo diferente del que se conocía hasta ahora en otras patologías. El estudio fue publicado por la prestigiosa revista American Journal of Pathology.
La experiencia Argentina
Científicos de la Universidad de La Plata, liderados por el investigador del Conicet doctor Horacio Cingolani, también aportaron datos, pero sobre dos vinos argentinos.
Estudiaron en ratones de laboratorio el Cabernet Sauvignon y Malbec de estas tierras y llegaron a la conclusión que uno de los componentes “no alcohólicos” ayudaría a que las arterias no se tapen, preservando las células del corazón . Estos componentes aumentan la cantidad de óxido nítrico, un elemento que mantiene abiertos los canales de potasio.
De alguna manera, este trabajo se contrapone a los estudios anteriores que indican que la protección del vino está relacionada con sus componentes alcohólicos o fenoles.
Sin embargo, por distintas vías, los científicos han llegado a la conclusión que el vino tinto, en dosis moderadas es beneficioso para la salud. Sobre todo si esto sirve para reemplazar otro tipo de bebidas alcohólicas cuyos alcoholes son riesgosos para la salud.
A estos beneficios, le podemos sumar el placer que da una copa de nuestro vino preferido, sorbo a sorbo. En soledad o en compañía de un ser querido. Todavía no puedo entender que haya personas a las que no les gusta.