Picadas - Mejor en casa que afuera

Martes, 10 de diciembre de 2013
No hay dudas de que la picada es una pasión argentina, que acompaña momentos tan especiales como la previa de un partido de fútbol, la llegada del asado y simplemente las reuniones con amigos. Pero comerlas afuera, por lo general implican baja calidad y precios exorbitantes.



Detengámonos un momento y pongámonos a pensar qué es una picada. Nada más que una variedad de fiambres, embutidos y quesos cortados de diversas maneras. No hay que hacer ningún curso para cortar y montar sobre una tabla o plato los fiambres y los quesos. No quiero hacer de esta nota una pésima e inútil guía, como las que tanto abundan en este medio, del tipo de “10 cosas que no pueden faltar en tu picada”, menos aún dar una clase de cómo pelar y cortar el salamín, por Maru Botana. Creo que todos ya sabemos qué ingredientes puede llevar la “picadita” que nos gusta preparar en casa y por eso, no vamos a entrar en descripciones polémicas.

Recientemente, un colega periodista se llevó un chasco al tentarse con una “Picada de Mar”. La sorpresa desagradable se la llevó una vez que la tabla llegó a la mesa. Venían  tres langostinos con medio kilo de papas fritas. Por lo que uno conoce, la papa variedad Spunta no es un crustáceo ni un cefalópodo. Pero lo peor de todo era el precio desorbitante que le cobraron. ¿El lugar?: Está en Plaza Serrano y dicen que su propietario es un político que hasta hace poco ocupó un cargo muy importante en el gobierno nacional.

Otra de las cosas en contra que tienen las picadas, son los precios obscenos que algunos rapaces restaurateurs te cobran por un poco de fiambre cortado y quesos industriales.

Con el tiempo, me fui dando cuenta de que salir a comer una picada es una de las peores decisiones que podés tomar a la hora de querer calmar el apetito con algo sencillo. Te destruyen el bolsillo por algo que no lo vale.

Hay muchas posibilidades de que ya sido el bachero quien preparó tu picadita; es que no se requiere ser egresado del Cordon Bleu para armarla. En la mayoría de los casos, los ingredientes usados no son de buena calidad, no hay un equilibrio o armonía lógica dentro de la tabla, hay un exceso del fiambre más berreta (como por ejemplo “jamón cocido” que termina siendo paleta, que a su vez resulta ser “embutido tipo fiambre a base de carne de cerdo que puede contener rastros de soja”), excesos de aceitunas, tomates cherries y hasta una inmensa corona de rúcula en el centro para robar espacio. Los quesos con gusto a corcho hacen el resto.

Otra aberración muy popularizada en los últimos años, es la venta de tablas prearmadas, ideales para regalar (sí, para regalar a tu peor enemigo). Y salvo honrosas excepciones, nos encontraremos ante productos de mala calidad y a precios poco amigables. Tampoco nos olvidemos de las “picaditas” que nos ofrecen los supermercados chinos, armadas con las colitas de todos los sobrantes (que ya están babosos y pegajosos). Por tu salud, obviarlas. Así que si sos uno de esos gourmands que comen hasta sesos de mono, no te podés perder la emoción fuerte de tu chino amigo.

Para ir redondeando, si tuviera que salir a comer una picada, preferiría que esté provista de preparaciones caseras, tales como berenjenas al escabeche, albondiguitas al pomodoro, champiñones salteados, dados de pollo frito, salsas varias, algún que otro salame tandilense, variedad de quesos y una panera surtida. No es pedir demasiado, que sean cosas sencillas pero de calidad. Mi idea de la picada se parece más a un tapeo que a lo que estamos acostumbrados a encontrar la mayoría de las veces. Como me gusta conocer la sazón de lo que se prepara y darle un verdadero valor agregado (porque para fetear, lo hago yo y comemos ocho personas con lo que gastaríamos en una comparada,  para dos personas).

 
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