El debut con un Puro

Sábado, 20 de abril de 2013
Si sentís curiosidad por saber qué rara seducción emana de los Puros, de la mano de nuestro especialista te invitamos a animarte y descubrir una forma diferente de fumar, donde los grandes protagonistas son los sentidos y no los pulmones



Para comenzar el viaje lo primero es definir el tamaño, que habitualmente debe estar relacionado con el tiempo que tengamos para dedicarle. Para el café de media mañana, un Corona Junior o Purito es lo ideal; para la sobremesa de un almuerzo un Petit Corona y para el After Dinner un Robusto, Corona Gorda o Churchill, puros de buen diámetro. Personalmente, y para que la primera vez no sea demasiado larga, le sugiero un formato Petit Corona, un puro de treinta a cuarenta minutos de fumada, que suele tener un buen tiro y una bocanada generosa.

De los diferentes tabacos a los que uno puede acceder, no dude en comenzar por un Habano; y digo Habano para definir a los puros hechos en La Habana, Cuba. El resto son puros dominicanos, hondureños, brasileros o argentinos, pero no son Habanos. Y en este punto quiero dejar claro que respeto y fumo diferentes tabacos porque cada uno tiene su toque personal. Pero si uno va a tener su debut, éste debe ser descollante y como decía Churchill, “llevando a Cuba en mis labios”.

Dentro de las más de treinta marcas que se producen en la isla, le sugiero seleccionar las más suaves, para luego animarse a sabores más plenos. Y si prefiere que le dé más detalles, empezaría con un Quintero o H. Upmann, seguiría con un Romeo y Julieta u Hoyo de Monterrey, y para cuando sus papilas estén más receptivas, Montecristo, Bolívar, Partagás, Cohiba, Vegas Robaina y tantas otras joyas que Cuba tiene para ofrecerle.

Ahora sí estamos preparados para el gran encuentro. Pero no desespere, porque antes debemos repasar juntos algunos detalles:

• En primer lugar, debe humedecer la cabeza del cigarro con los labios. Luego, utilizando una pequeña guillotina o tijera, cortarlo por la perilla (el sombrerito que cubre el extremo cerrado del cigarro), sólo 1 mm por debajo del borde. Si lo prefiere puede utilizar un Sacabocados, presionando el filo sobre la cabeza hasta dejarlo abierto.

• Para encenderlo es mejor usar fósforos de madera o un encendedor a gas; nunca a bencina, ya que esto perjudicará irremediablemente el sabor del puro. Deberá encenderlo con cuidado y cubriendo toda la superficie en forma pareja, para lograr una buena combustión y un buen tiraje.

• Ahora, aspire y juegue con el humo dentro de su paladar, sin tragarlo. Disfrútelo como haría con un vino y permita una pausa entre una bocanada y otra, de tal forma que el puro no se recaliente y el humo llegue siempre tibio al paladar. Deje que la ceniza crezca y se desprenda por sí misma.

• Cuando la combustión esté llegando a la mitad, el puro le dará todo, sin guardarse nada. Pasado ese tramo y cuando la brasa se esté acercando a la anilla, es hora de despedirlo, ya que en el último tercio se concentran todos los alquitranes de la combustión y es cuando comienza a cambiar el sabor original. Pero no lo lamente, porque todavía tiene un largo camino por recorrer, donde la variedad de formatos y sabores irán moldeando su paladar, hasta definir un gusto personal.

Seguramente, ahora podrá entender mejor mi pasión por los puros. Fumar me provoca sensaciones agradables y logro recrear a mi alrededor, un ambiente casi místico. Un buen Habano es un regalo para la vista, el olfato y el paladar, aunque como diría Mark Twain: “Tengo como norma no fumar más de un puro a la vez”.

 
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