Curanto, comida ancestral de la Patagonia

Lunes, 26 de mayo de 2014
El curanto es una comida típica de Chile, desde donde llegó a la Argentina, sobre todo a la zona de Bariloche. Nuestro chef invitado, Max Carnage, cuenta su experiencia en Colonia Suiza.


“Me gusta el asado normal, nada de esas cosas raras de carne con tierra y hojas”, dijo la taxista cuando le comentamos que íbamos a probar el tan afamado curanto de Bariloche. Nada más lejos de la realidad, el curanto es una comida ancestral con técnicas de cocción que solían utilizar los araucanos, mapuches y otros tantos grupos de pueblos originarios. Nos dirigimos hasta Colonia Suiza, localidad situada a unos 25 kilómetros del centro de San Carlos de Bariloche; allí se encuentra “Curanto Víctor Goye”. La familia Goye, de origen suizo, llegó a Chile en el Siglo XIX, y es allí donde conocen el curanto, una antigua técnica que consiste en cavar un hoyo en el suelo, colocando piedras calentadas al fuego y sobre éstas, se arma un colchón con hojas de nalca. Allí se depositan distintas variedades de carnes, embutidos y verduras (la versión original chilena se hacía con pescados y mariscos y fue adaptada por los Goye, con ingredientes locales). Luego los alimentos se tapan con más hojas y ramas, se ponen lienzos húmedos y por último se cubre con tierra, creando así una especie de horno a vapor.

Vale la experiencia del Curanto de Víctor Goye, en Colonia Suiza, para conocer esta ancestral técnica de cocción bajo tierra. Curanto (“kurantu”), significa “pedregal” en lengua mapuche.

Así es como comienza cada miércoles y domingo la ceremonia del curanto, que entre interacción con los comensales y un poco de folklore a cargo del Tata Chango (un artista autóctono), ayudan a amenizar la espera.


A la mesa van llegando los mozos con grandes bandejas para servirles a los comensales. Empezamos con chorizos, deliciosos, compactos y de buena calidad, acompañados de papas al natural. Ya con el primer bocado, se puede sentir un leve sabor ahumado. Siguen el pollo y las manzanas asadas, puré de calabaza con arvejas, choclo y queso; tapa de asado con cebollas y zanahoria, y por último cordero con batatas. El menú es tipo “tenedor libre”, ya que se puede repetir los platos cuantas veces uno quiera.

Para terminar la tarde y hacer la digestión, se puede pasear por la Colonia Suiza y comprar algunos souvenirs. El Curanto de Víctor Goye, al igual que lugares como Tomás Jofré, es un destino inevitable, más por su tradición gastronómica que por otra cosa. En definitiva, una visita obligada que más allá de la experiencia gastronómica.

 
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