El pecán fue uno de los alimentos que los astronautas llevaron en las misiones Apolo. Nutritivo, liviano y con gran capacidad de adaptación a una atmósfera especial, lo consumieron, en el espacio, solo y recubierto con chocolate. Si la NASA lo utilizó, ¿qué mejor aval de calidad y sanidad para nuestros difíciles días actuales?
El pecán es el único nogal originario de América: su cuna se encuentra en el centro-este de los Estados Unidos y el norte de México. Probablemente, llegó a nuestro país traído por Domingo Faustino Sarmiento, que había sido designado representante de la Argentina en los Estados Unidos por el presidente Bartolomé Mitre.
En un principio, el árbol de pecán solo se utilizaba en nuestro país como adorno: aún pueden verse ejemplares añosos en antiguas estancias bonaerenses o en el Palacio San José, en Concepción del Uruguay.
Las plantaciones más antiguas conocidas datan de 1918, a cargo de la empresa inglesa Tigre Packing en el arroyo Esperita, en el Delta del Paraná. Por su similitud en tierras y clima con la región de las llanuras de inundación del Mississippi, origen del pecán, esta zona resultó ideal para su crecimiento.
En la década de 1950, el ingeniero Martín A. Leber, del INTA, incentivó a los lugareños que lo plantasen. Por eso aún hoy, muchos la conocen como "nuez del Delta".
A partir de este siglo, la rentabilidad del producto hizo que muchos profesionales iniciaran plantaciones y perfeccionaran su cultivo, y posterior recolección, almacenamiento y venta, tanto al mercado local como especialmente, al exterior, favorecidos en este último caso por el precio y la cosecha contra temporada del mayor mercado proveedor: América del Norte.
Como el árbol de pecán alcanza su mayor rendimiento luego de 12 a 15 años de vida, se prevé una gran disponibilidad en unos pocos años, ya que de las 10 a 12 mil hectáreas plantadas en el país, un 80% contiene árboles de menos de una década.
Si bien siguen siendo el norte de Buenos Aires, el Litoral y la Mesopotamia los lugares donde se concentran las plantaciones, han surgido nuevos establecimientos en el Noroeste argentino, aprovechando que el árbol es rústico y se adapta muy bien a diferentes suelos y climas.
En la actualidad, existen unos 350 a 400 productores que el año pasado lograron poco más de mil toneladas de pecán, lo que implica un 50% de aumento con respecto a 2018. Aproximadamente el 60% de la producción se exporta.
La cosecha se realiza entre abril y junio. A los frutos se les quita la humedad y almacena en cámaras de frío. Algunos productores los pelan o mandan a pelar, y luego envasan, mientras que otros prefieren venderlos con cáscara.
El énfasis en la alimentación saludable, generado por diversas crisis en los últimos años y remarcado por la actual pandemia de Covid-19, ha generado que el pecán ganara merecidos escalones en las preferencias del público.
En la Argentina, el consumo creció un 30% en 2019. No es casual: el pecán tiene una serie de elementos cuya ingesta beneficia a la salud, como el ácido fólico -necesario para las embarazadas-, y vitaminas A, B1, B2, B6, C y E, útiles en su medida justa para el cuidado corporal.
Además, no contiene gluten, lo que lo habilita para el consumo de los celíacos, y el aceite Omega 9 de sus pepas aumenta el nivel de colesterol bueno de la sangre y protege las grasas del cuerpo de la oxidación.
Estudios llevados a cabo en los Estados Unidos han demostrado que la ingesta de pecán evita la aparición de osteoporosis, arteriosclerosis y diabetes, y mejora la capacidad de respuesta cerebral. Tan saludable es que lo comen los astronautas.
A diferencia de un medicamento o de algunos alimentos que contribuyen al bienestar físico, pero no tienen buen sabor, el pecán es rico y se lo puede disfrutar solo, salado, con azúcar, garrapiñado, bañado en chocolate, tostado o como parte de diversas comidas: helados, tortas, cremas, barras de cereal, bombones, salsas, carnes, ensaladas y galletitas, entre otras opciones.
Además, se puede extraer harina y aceite, o utilizarlo en la industria cosmética y de tocador. Hasta la cáscara, que representa casi la mitad del peso del fruto, puede aprovecharse: es rica en tanino (para la industria química), destoxificadora de residuos en agua, biocombustible y material abrasivo para operaciones de limpieza y remoción de imperfecciones.
Comer pecán ayuda al sistema inmunológico, tema de gran importancia siempre y, más aún, hoy en día. Cada vez se inserta con más fuerza en el menú de quienes apuestan a una dieta equilibrada sin perder deleite. Gran futuro para productores. Gran presente para consumidores. Probalo. Para más datos: www.cappecan.com.ar
Nota de la Redacción: el autor pertenece a la Cámara Argentina del Pecán.
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