El Zanjón del Gato - Bolívar 690- Teléfono: 4342 0845. Abierto de lunes a sábados desde las 20. Principales tarjetas.
Tipo de cocina: De Autor
Barrio: San Telmo
Precio: $$
Hicimos una reserva y Marianna, la simpática moza (y esposa del chef), llamó para avisar que había una baja de tensión en San Telmo, por lo que no les funcionaba el aire acondicionado, y que "por si no nos habíamos dado cuenta", se sentían 35 grados Celsius en la Ciudad de Buenos Aires.
Preguntaron si queríamos asistir igual y lo dudamos, pero desde hace mucho tiempo teníamos ganas de probar su cocina que pensamos que en definitiva, calor no afecta al corazón ni al estómago. Y también pensamos en los brasileños comiendo feijoada con 50 grados a la sombra.
El chef que lleva adelante este lugar es Andrés Plotno, quien trabajó en el Restaurant Patrick Guilbaud, con una Estrella Michelin, en Dublin, y luego fue jefe de cocina en Paraje Arévalo.
Su cocina es muy juguetona y poco convencional, lo mismo que la carta, que está dividida en platos chicos, medianos y solo uno grande.
La idea es compartir y probar de todo, al estilo del exitoso Gran Dabbang. Y si estás solo, con un plato chico, otro mediano y el postre, terminás satisfecho.
Además, hay cerveza artesanal tirada Niño Hereje o Bien Sur embotellada, dos vinos de bodegas poco conocidas que van rotando y soda de sifón.
Las croquetas de calamar con pickle de chorizo y puré de lentejas ($ 60, valores de febrero de 2017), parecen una combinación inspirada en una paella y logran tan buen resultado que nos dieron ganas de que trajeran más de eso y no otra cosa.
Otro plato chico consiste en una berenjena asada con ajíes en vinagre y apio ($ 65), como si fuera una versión más rica y con la berenjena entera del babaganoush.
Luego, los medianos: steak tartare con croquetas de caracú ($ 90) servido sobre el hueso vacío, se lleva la Michelin de la creatividad y del sabor; el paté, bresaola y terrina de ciervo con remoulade de papa ($ 120), una mención especial por hacer de un mismo ciervo tres cosas tan exquisitas y distintas, y lograr que la papa luzca como spaghetti.
Ambos salieron acompañados de pan casero con gusto a campo, y tostado en el momento.
Y el último salado fue la Kentucky Fried, codorniz con huevo ídem y pickles ($ 120), una obra de arte en sí misma, con su carne tiernísima, un huevo con la yema en el punto ideal y pickles que revolucionaron la idea que teníamos sobre esta conserva.
Para terminar, los dos postres resultaron dignos de ser probados: refrescantes peras al vino tinto con semifreddo de quesillo de cabra y miel ($ 50), un clásico llevado al extremo, y el pastelito de manzana y miso blanco con crema de mascarpone y limón ($ 50), mucho mejor que cualquier tarta tatin o pastelito, inclusive que los de Mataderos.
Cada paso fue más rico (y bello) que el otro. Así da gusto comer: platos con identidad y conciencia de sus ingredientes. El Zanjón del Gato es un lugar para gente juguetona y a la que no le importan cosas como que "el cilantro sea invasivo", y que piensa que tal vez un plato puede llegar a volarte la cabeza aunque no siga los cánones de la cocina tradicional.
"Capricho, deseo vehemente, ilusión". Así define la Real Academia Española a la palabra "berretín". Y esas tres cosas son las que llevaron a un holandés a abrir un restaurante a su propio gusto y piacere. Para ello se afincó hace un tiempo entre nosotros porque, como nos dijo, "Buenos Aires es como estar en Europa, pero lejos de todo". Se llama Nicolás Houweling y, junto a su hermana Bente (que estará a cargo del café de la planta baja de próxima apertura), abrió "Presencia", un restaurante en el que quiere también omitir todo lo que le parece inapropiado cuando uno sale a comer afuera. Para ello, convocó al chef Rodrigo Da Costa, de último paso por "Le Réve". Nuestra visita coincidió con el fin de la marcha blanca y comienzo del servicio al público. Impecable todo.
La chef ejecutiva de Casa Cavia, Julieta Caruso, renovó el menú de mediodía con una propuesta que permite pedir a la carta o bien elegir entre menús de pasos. A ello, se suma la coctelería creativa de la bartender Flavia Arroyo y una selección notable de vinos a cargo de Delvis Huck. La dirección general es de Guadalupe García Mosqueda.
Un bistró que le hace honor a la cocina más refinada del planeta. Le Rêve ("el sueño", en francés), nos transporta a la magia parisina en una esquina de Buenos Aires. La propuesta del joven chef Ramiro Hernández exhibe un técnica perfecta, elegancia y personalidad. La coctelería del "Tiger" es otro fuerte del lugar. Y su ambiente, nos agasaja con música sin estridencias, como debe ser en un restaurante, a lo que se suma un servicio impecable comandado por Darío Núñez. Lujos que nos podemos dar en una ciudad que, en materia de gastronomía, lo tiene todo.