WINSTON CLUB, LUGAR ROMÁNTICO PARA SIBARITAS

Alta cocina, escaleras arriba

Viernes, 23 de mayo de 2025

Hace justo un mes visitamos Winston Club, un bar british en plena Recoleta. La propuesta es doble: una planta baja con barra y coctelería y, escaleras arriba, un espacio tipo speakeasy donde el chef Jonás Alba nos sorprende con una cocina muy creativa y trabajada.

Winston Club - Guido 1962 Recoleta. WhatsApp: 11 2654-0588. Horario: tanto para bar como living, de lunes a sábados de 19:00 a 00:30 AM. Precio: $$$. Reserva obligatoria para el living. IG: @winston.club - Web: www.winston-club.com

Buenos Aires nos sigue sorprendiendo por la diversidad de su propuesta gastronómica. En ello, sin dudas, es la ciudad latinoamericana más destacada. Y, si hablamos de alta cocina (fine dining, hay cuisine), siempre aparecen opciones nuevas y originales, que acompañan a los ya instalados Aramburu, Mercado de Liniers, Trescha., entre otros referentes.

Ocurre que, a esta altura de nuestra trayectoria de crítico gastronómico, nos cuesta más sorprendernos, impactarnos, complacernos. Porque no cualquier chef puede hacer estos platos que requieren no solo técnica, sino también creatividad, un arduo trabajo de prueba y error, audacia y, sobre todo, una gran dosis de talento.

En esta nuestra segunda visita a Winston Bar, pues la anterior había sido hace justo un mes (https://www.fondodeolla.com/nota/19612-winston-club-entre-lo-simple-y-lo-mejor/), pudimos corroborar nuevamente que la propuesta del chef Jonás Alba cumple de manera cabal con estos requisitos necesarios para hacer alta cocina. Así, escaleras arriba, ofrece un menú degustación de cuatro pasos y un limpia bocas, en un ambiente poblado de objetos e imágenes antiguas, así como frases del inspirador del lugar. 

Para no repetirnos, los lectores podrán leer nuestra crítica anterior en la que nos explayamos sobre los antecedentes del chef y de la propuesta por cierto, muy a tono con lo que uno entiende como homenaje a Sir Winston Churchill, político relevante durante la Segunda Guerra Mundial, pero también un declarado sibarita.

En este caso, probamos el menú de mayo que estará vigente hasta fin de este mes, por lo que recomendamos apurarse porque luego cambiará totalmente. Estos menús están, además, muy bien acompañados por vinos de la Bodega Catena Zapata.

En esta ocasión fueron tres etiquetas: Saint Felicien Fumé Blanc; D. V. Catena Garnacha, y D. V. Catena Blanco Histórico Semillón - Chenin.

El jefe de salón, Alberto Cuello, es siempre una garantía de eficiencia y profesionalidad, algo que lamentablemente no abunda en la gastronomía actual.

La cena comenzó con la panera, acompañada de manteca saborizada y un sorprendente pickle de nabo.

El primer paso consistió en una milhojas de mandioca con manteca clarificada, alioli de sésamo, brotes de distintas variedades, vinagreta cítrica, togarashi y reducción de aceto balsámico y membrillo. Las finas láminas en que está presentada la mandioca, permiten que la textura sea mucho más tierna que lo que solemos encontrar habitualmente en este tubérculo. Por otra parte, el plato denota una gran creatividad.

A continuación, llegaron los cappelletti de cabuta y Reggianito, una pasta bien hecha al estilo italiano, de masa con el grosor adecuado y al dente, todo como debe ser. 

Y, asimismo, se sirve in brodo, ya que se agrega un consomé de hongos. El plato se completa con alga wakame y puerro, salsa gremolata, furikake y hongos en escabeche.

Lo interesante es que, la acidez y un leve picor que le encontramos a la preparación, resultó muy propicio para atenuar el dulzor del relleno de cabutia que, en lo particular, no nos agrada demasiado cuando predomina únicamente el sabor del relleno si no está acompañado por otros ingredientes.

El tercer paso, quizás, sea el mejor plato de la noche, al menos para nuestro paladar: mollejas braseadas que dejan marinando la noche anterior en leche, se hornean y se completan con una crema de berros, demiglace de carne vacuna, puré de membrillos, farofa de panko y tomillo, y ensalada de uvas, apio y eneldo. Se logra una textura suave en las mollejas, muy agradable y delicada. 

El limpia bocas o prepostre, es una textura de naranjas refrescante, para pasar luego al apple crumble versión Winston, con crema de mascarpone, pimienta rosa, crumble de especias, manzana verde en almíbar de Hesperidina y jengibre. El postre se acompaña con un minicóctel de vermouth Vincenzo.

La impresión final es la evolución de estos menús, que habrá que seguir de cerca para ver cómo se las ingenia el chef para que la curva siga siendo ascendente como hasta ahora.

Winston Bar es un lugar a visitar, por su excepcional relación precio calidad. Cabe señalar también que, en la planta baja, hay un bar con su barra que puede observarse desde el exterior a través de un gran ventanal.

Otra asignatura pendiente, ya que allí la propuesta gastronómica apunta a otra característica aunque siempre basándose en la simpleza y la búsqueda de lo mejor.

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