(Nerón y Yo) Mi perro es cocinero

Jueves, 15 de julio de 2010
El perro estrella de Fondo de Olla está sumamente metido en el tema gastronómico. Pasó por las expriencias de sommelier y periodista del ramo. Ahora va por más: el can es cocinero.

Parece nomás que mi perro es un fanático de las profesiones vinculadas con la gastronomía. La verdad es que yo prefiero que se dedique a la Sommellerie, porque como ya dije varias veces Nerón tiene una nariz privilegiada. Y encima no se la ha subido el ego a la cabeza, por más que ya han pasado tres meses desde que comenzó a trabajar en esa profesión. Mucho no me gustó cuando me dijo que quería ser cocinero. Pero no hay que olvidarse que los cánidos siempre aceptan lo que dice su amo y son incapaces de rebelarse contra la autoridad. En mi caso, debo confesar que soy un poco flexible, flojito, de manera que le doy vía libre para que despliegue su talento para catar vinos, hablar y escribir sobre comidas y bebidas. Para absorber la tercera pata de la mesa (verán que después vendrá necesariamente la cuarta), el negro no tuvo mejor ocurrencia que pedirme que lo anote en un curso de cocina. Otra vez el problema recurrente: ¿qué escuela lo va a aceptar como alumno regular? El principal inconveniente es que cuando la clase se alargue en demasía, el perro va a querer hacer sus necesidades, y se imaginan qué lío se armaría si lo hace adentro del aula.

Pues bien, corté por lo sano y contraté varios profesores que le dieron clases particulares. Y lo bien que le fue, ya es capaz de preparar varios platos, aunque con una condición que parece ineludible: Nerón siempre prueba de todo, y algunas veces se entusiasma y no deja nada para los demás, de manera que hay que comprar más insumos y repetir la elaboración. Eso sí, mi perro es muy limpio, o acaso no saben que a los labradores les encanta el agua. Con su profesión de sommelier no hay problemas, porque esa materia forma parte del curso de cocinero (perdón, quise decir la Carrera de Chef, con mayúscula). Qué cosa rara, ¿no? Cuando yo estudié Periodismo no me anoté para lograr el título de jefe de redacción, sino el de periodista. Por eso me parece honesto que haya profesionales como Darío Gualtieri, quien dice que él prefiere que lo llamen cocinero y no chef. Por ello, le expliqué a Nerón que me gusta que siga adelante con su vocación de cocinero, pero que debe saber que a él -siendo perro y encima negro- lo van a discriminar y tal vez jamás llegue a ser jefe de brigada.

Va de suyo que a la materia Sommellerie, Nerón la aprobó de taquito. Nada que ver con algún chef famoso que es abstemio y no toma vino. Nadie sabe cómo se las arregla para armar el maridaje (otra vez perdón, digo adulteraje para no contradecir la nota de Fondo de Olla donde hablaremos del tema). También sé que mi perro jamás va a criticar a los vinos argentinos como otro chef (también en FDO se podrá leer el comentario sobre otro famoso que le pega a sus bodegas clientes con tal de llamar la atención, ya que sin el ego no puede vivir). Por fortuna, los perros no hablan, ladran. A propósito, en la cocina no tienen que hacer sonar la campanita, con un ladrido del negro el camarero estará sobre aviso de que el plato está listo para ser servido al comensal. Por otro lado, como Nerón salió de una familia que sabe apreciar los vinos y la buena comida, él se preocupa por conseguir solamente los mejores productos. Eso sí, como es un barril sin fondo, el perrito se come todas las sobras que vuelven del salón. Ya me estoy preocupando, porque los labradores tienden a engordar y cuando esto pasa, se enferman. Veremos, veremos, porque Nerón debe ser buen cocinero porque los platos regresan casi siempre vacíos.

El negro tiene una ventaja adicional, como es perro y a mucha gente no le gusta ver a los animales dando vuelta por el salón, él nunca va a ser un chef estrella que recibe a los clientes con su mejor sonrisa hipócrita, nada que ver, su lugar es la cocina porque para andar por las mesas ya están los mediáticos y los egocéntricos. Uno va a Tomo Uno, por caso, y a las hermanas Concaro recién con suerte las podrá ver al final del servicio asomando tímidamente la nariz. Ellas están en la cocina, su lugar en el mundo, donde debe estar un cocinero o un chef (porque el hecho de ser jefe no quiere decir que uno se dedique nada más que a dirigir). Otra cosa a favor es que como los perros son carnívoros, la especialidad de Nerón son las carnes rojas, la gran pasión de los argentinos y también de los turistas extranjeros cuando vienen a nuestro país. Y Nerón sabe cómo contentarlos también a estos últimos, ya que jamás les va a mandar a la mesa un bife recocido (es que a él también le gusta bleu y si es crudo también, no se hace problemas).

Por el momento el negro sólo se anima a los platos más sencillos, menos elaborados por cierto . Todavía le falta recorrer un largo trecho, pero Nerón va por el buen camino. Al menos hace caso de mis humildes consejos. La verdad es que me preocupa que haga las tres cosas (por aquello de que el que mucho abarca, poco aprieta). Pero en algún momento tendrá que optar por lo que más le gusta. De última, los pingos se ven en la cancha, digo los perros. La verdad, la verdad, yo lo prefiero periodista y en Fondo de Olla.

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