Elena Peña Unzué fue la esposa (y prima) de Félix Alzaga Unzué, quien como regalo de bodas eligió nada menos que La Mansión, el señorial edificio inaugurado en la década del ’20, hoy ocupado por el Four Seasons. El apelativo que se eligió para el nuevo restaurante del hotel de Recoleta, alude precisamente al nombre de pila quien inspiró la historia. Una historia que vale la pena contar por separado. La llegada de Elena y del Pony Line implica una verdadera revolución gastronómica para Buenos Aires. La inversión de 6 millones de dólares, da la pauta de lo significación del proyecto. En un claro enroque, el restaurante ocupa ahora lo que fuera el Bar Le Dôme, mientras que el Pony Line se instaló sobre el espacio que fue alguna vez de Galani, y luego de Le Mistral. La diferencia es que el bar ahora tiene entrada directa por la calle Posadas. Impresiona realmente la envergadura de la obra, con un salón no tan formal, donde se observan carnes y embutidos, también la cocina, más un entrepiso que balconea aprovechando una mayor intimidad. La propuesta la definimos como porteña, pero no resulta tan sencillo identificar el estilo de Elena, porque también en este aspecto el restaurante es revolucionario. Rebeca Selley, gerente general del hotel, señala que se trata de una “cocina urbana de raíces”. Juan Gaffuri y Juan Carlos Cardona, chef ejecutivo y gerente de Alimentos & Bebidas respectivamente, destacan por su parte que uno de los secretos de la cocina, son los acuerdos realizados con productores artesanales, lo que les permite diferenciarse con productos de gran calidad. Ambos armaron la propuesta con la colaboración de Hervé Fucho, chef del hotel de la cadena en la ciudad de Hong Kong.
En el Pony Line, se ofrece una inigualable propuesta para almorzar, por precio y calidad. Por ejemplo, menú de dos pasos con entrada, principal y café, más copa de vino y agua, o principal y postre, y las mismas bebidas a $ 195; o bien sándwiches, ensaladas o pizza a la carta, con copa de vino, agua y café a $ 95. Una buena idea es también comenzar con un trago o un aperitivo, para luego seguir en Elena. La carta se divide en capítulos: Entradas, Ensaladas, “Nuestras tablas de la Charcuterie”, Rotisserie, Principales, Parrilla, Guarniciones, Pescados y mariscos, y Postres. El huevo cocido a 63º sale con espárragos y bresaola de Kobe. Otras entradas son el brie grillado con conserva de arándanos y verdes, y el pulpo grillado con caldo trufado de papa. La Tabla Elena de la Charcuterie, incluye speck, bresaola de Kobe, jamón de pato, jamón horneado, brie, morbier, pyramid y cheddar añejado. Diariamente hay un plato especial de la Rotisserie. Entre los principales, orecchiette con brócoli y aceite de trufas; solomillo de cerdo con cremoso de lentejas y habas; pechuga de pollo de campo con puré de papas y espárragos, y risotto con langostinos e hinojo.
Las carnes de la parrilla salen acompañadas por una guarnición (papines, soufflé de maíz trufado, papas fritas). Se puede optar por las “dry aged” (lomo con hueso, ojo de bife, T-Bone), cortes de Angus, y Kobe Argentino, en sus versiones de bife angosto y vacío. Los pescados y mariscos ameritan compartir la Mariscada, con trucha, pulpo, langostinos y pesca del día.
Para terminar hay panqueques y soufflés (dulce de leche, naranja). La carta de vinos es una de las más completas de la ciudad. Muy buen concepto de vino de la casa, que no tiene que ser el más barato sino un recomendado entre los mejores (en este caso D.V. Catena). Los tragos de autor y clásicos del Pony Line sorprenden en cantidad y calidad. Precio promedio por persona, desde $ 250. No cobran servicio de mesa.
Un restaurante de campo como los hay a montones en Italia. Peumayén, cuyos dueños son descendientes de alemanes del Volga, ofrece una cocina auténtica en la que se entremezclan platos autóctonos y de inmigrantes.
