Una misa por el pisco y la Cocina Peruana

Celebración en la Catedral

Lunes, 4 de febrero de 2019

La Catedral del Pisco es uno de los tantos huariques que pululan por el Abasto. Un lugar donde comer rico, gastar poco y agasajarse con un buen pisco.

La Catedral del Pisco - Avenida Corrientes 3126 - Teléfono: 2071-6424. Abierto de martes a domingos de 12 al cierre. Principales tarjetas. Chef: Andrés Piélago Fuentes Rivera. 

Tipo de Cocina: Peruana

Barrio: Abasto

Precio: $$

El huarique peruano es un "escondrijo del sabor". Uno de esos lugares donde se llega por conocedor o por recomendación de algún amigo. Y además, si hace referencia al pisco, no habrá dudas. Estamos en presencia de un restaurante que nos ofrece platos ricos y abundantes, a precio cómodo y ambiente austero pero siempre de celebración.

Anticuchos de corazón.

Los peruanos celebran, en efecto, a la comida. Y lo hacen con la contundencia de sus preparaciones. En Buenos Aires, el Abasto siempre ha sido el barrio de los huariques, cuando la culinaria peruana aún no se  había difundido y estaba reservada para miembros de la colectividad del país hermano o de algunos locales audaces, dispuestos a probar un buen ceviche, una causa o un ají de gallina. Y el famoso pollo a las brasas, por qué no.

A esta Catedral no fuimos a rezar sino a comer. Nuestro contacto, el siempre activo chef Andrés Piélago Fuentes Rivero, más conocido como Chevy. Elegimos unos vinos de la cava personal para la ocasión. Una cena con amigos de la infancia.

La Catedral del Pisco es un huarique con todas las de la ley. Salón amplio, muy largo. Mesas grandes para compartir. Ambiente familiar. Ningún lujo, que por otra parte ni falta hace.

Va de suyo que la comida es rica, sencilla, criolla y muy abundante, lo que hace que si uno sabe pedir la cuenta terminará siendo menor a lo esperado.

Imposible no empezar con dos clásicos. El emblema llamado ceviche, Hay siete versiones en la carta, pero el que lleva el nombre del lugar (Catedral) incluye pesca blanca, salsa de ají amarillo, lima, cebolla y cilantro. Picor atenuado si se lo pide, pero lo mejor es dejar que la cocina haga su trabajo como corresponde. La causa no podía estar ausente, de pollo, limeña.

Tacu tacu de mariscos.

Y de inmediato los anticuchos de corazón, cuatro brochetas con todo el sabor intenso que aún a muchos argentinos les cuesta aceptar. Alguien que come chinchulines y riñones, quizá tenga algún prurito a la hora de ingerir corazón de vaca. ¿Raro no? El marinado que le hace el cocinero hace que la carne no resulte tan fuerte e intensa.

Para seguir, lomo saltado en su versión más conocida, y un final a toda orquesta con el tacu tacu de mariscos. La preparación hecha con poroto y arroz, en este caso acompañada de langostinos y su salsa.

Un suspiro de limeña es la dulzura extrema para aquellos que pueden dejar un lugarcito para el postre, dada la exuberancia de esta cocina que hoy se ha difundido de manera extraordinaria desde que un chef llamado Gastón Acurio desafiara al localismo para instalar al Perú en todos los ámbitos.

En La Catedral del Pisco la carta es amplia y obligaría a multiplicar las visitas si uno pretendiese conocerla en profundidad. Hay capítulos de ceviches, tiraditos, causas, anticuchos, "La infiltrada" (papas a la huancaína), "segundos marinos", chifas, chicharrones, sudados, tacu tacus, sopas y platos fuertes.

Pero si uno observa las mesas circundantes, lo que prevalece es el famoso pollo a las brasas. En La Catedral del Pisco, lo ofrecen entero, medio o cuarto, siempre con papas fritas y ensalada.

La celebración en la Catedral será doble, con una cuenta amistosa y el último Chilcano o el Pisco Sour de rigor. Sin lujos ni estridencias, la única misa será la que se oficia en nuestros paladares. Vale la pena, por lo pintoresco, por la comida, los precios y el ambiente cordial. 

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