El restaurante italiano del Sheraton Hotel Buenos Aires renovó su carta para la temporada primaveral con platos que mantienen la esencia de esa culinaria tan afín a los argentinos más un toque moderno que los aggiorna.
No fue Bene pero es Buono. Por una cuestión de marcas y patentes, el nombre que suelen tener los restaurantes italianos de la cadena hotelera internacional, hoy en manos del Marriott, no pudo ser utilizado en la Argentina. Y así fue que Bene pasó a ser Buono, pero es prácticamente lo mismo, dada la sutil diferencia entre "bien" y "bueno".
La cuestión es que cuando hay equipo, todo resulta más fácil. Y en un hotel de la categoría y envergadura del Sheraton, esto es un hecho concreto. Lo cierto es que hacía falta un restaurante italiano que estuviera a la altura y lo han conseguido para aún seguir optimizando la propuesta.
Sebastián Barchetta, director de A&B o F&B si se prefiere la sigla en inglés; Matías Lorenzo, chef ejecutivo del hotel; Marcos Gómez, souschef, y Diego Soto, jefe de cocina del restaurante, son las cabezas visibles pero detrás hay un equipo.
Probamos hace algunos días la nueva carta de primavera, con un menú de cinco pasos que además tuvo la sorpresa de un postre de St Regis, el restaurante del vecino Park Tower: banana asada con dulce de leche y garrapiñada de piñones. Pero esta es otra historia que les contaremos en su momento ya que también allí se cambió la carta recientemente.
Lo concreto, referido a Buono, es que se probó un spuntino de pulpo al olivo y alcaucil relleno. Suele ocurrir que con lo que los franceses llaman amuse bouche, uno se queda con ganas de más. La terneza del pequeño tentáculo era una caricia al paladar, sumado al sabor tan italiano que nos remite a la infancia de los carciofi ripieni.
Como antipasto, se presentó la burrata con mortadela grillada y emulsión de menta. Una buena forma de diferenciarse de lo más común y trillado, que es presentarla con tomate, albahaca y quizá jamón crudo.
Primer plato con un risotto de hongos con aceite de trufas. Ya hemos dicho que este plato tradicional del norte de Italia, en especial el Véneto, es una de las especialidades de Buono. Salió impecable en cuanto a la cocción del arroz, en su justo punto al dente, y el mantecato que es la clave de la preparación. La carta da también la opción de elegir otras variantes como el negro con frutos de mar y el azafranado con texturas de tomate y albahaca.
El plato principal conjugó la carne argentina con un corte tradicional, el vacío cocinado a 62º con la polenta al gorgonzola que para uno es un imborrable recuerdo de recetas familiares.
Por lo demás, la carta ofrece numerosas alternativas como los famosos arancini siciliani, croquetas de arroz, carne, arvejas y queso; o las berenjenas rellenas de vegetales.
Hay tres opciones de pizzas y pastas clásicas (spaghetti arrabiata, tagliatelle carbonara, penne rigate con frutos de mar al cartoccio, y gnochetti sardi con tomate, salchicha parrillera y olivas negras. También sorrentinos (una creación local, mejor no pedirlos en Italia porque no existe una pasta con tal nombre) rellenos de calabaza, langostinos y puerro); lasaña de cordero y hongos; o canelones de acelga y tomate gratinados con parmesano.
Las carnes pasan de la tradicional bistecca (bife de chorizo); la pesca del día; vacío de cerdo; y stracotto de cordero, entre otros.
Para el final un clásico tiramisú, o el semifreddo de Nutella al chocolate con crema de amaretti.
Para el mediodía, hay varias fórmulas que incluyen los antipasti más un postre; o bien los antipasti más un primo o un secondo, y también el menú ejecutivo de pizza o pasta, más bebida sin alcohol.
Como siempre, el servicio es discreto y eficiente. Una marca registrada del hotel. Y los precios hacen que la relación costo beneficio sea altamente efectiva.
Carmen es un restaurante de pastas con el plus que le impone su chef, Nacho Feiblemann. Así es posible encontrar una opción rellena de pesca de río; cintas (tagliatelle) cacio e pepe que acompañan una costilla hecha al kamado, o una original girandola rellena de batata asada, parmesano, castañas, manteca y menta. A ello hay que agregarle lo que el chef conoció en Londres: pastas con mucha manteca, cítricos, colores y rellenos no tradicionales. Una forma diferente de ver la cocina italiana en general, y las pastas en particular.
Hay pizzas y pizzas. Buenos Aires ofrece hoy diversas versiones que nos sorprenden a veces por la escasa o nula difusión que han tenido entre nosotros. Uno de esos casos es el de la variedad romana, finita, seca, crujiente y con ingredientes de calidad, algunos de ellos italianos. Es la que ofrece Così mi Piace, junto a varias opciones de pasta al dente.
Casi como si se tratara de un speakeasy, Rufino se descubre en el subsuelo del hotel boutique Mío Buenos Aires, de Recoleta. El restaurante se inauguró a mediados del 2018 y, por suerte, han logrado superar la pandemia que les pegó doble (ya que no disponen de espacios al aire libre excepto un diminuto patio al fondo del salón. El leit motiv es la carne argentina, llevada aquí a niveles de calidad y sofisticación bien entendida, que potencian la propuesta.
