Estamos al horno Viernes, 15 de junio de 2018Ver para creer, en este caso sería escuchar para creer. Le preguntamos a un panadero bastante conocido, exótico (porque no es argentino se aclara), qué harina utiliza para elaborar sus panes. Lean más abajo y se van a enterar de la respuesta.
No sabemos por qué razón, o tal vez sí porque tenemos aún buena memoria, pero luego de la brevísima charla con el panadero (con quien dialogamos solamente porque estaba con un chef amigo de ambos), quedamos desconcertados y pensamos inmediatamente en Gastón Acurio.
Los invitamos, estimados amigos, a releer esta nota publicada en Fondo de Olla © en mayo del año pasado: http://www.fondodeolla.com/nota/14496-gaston-acurio-el-hombre-de-la-hazana-social-y-cultural/
En ella, reproducimos una frase (el título de la nota en realidad) del colega Andrés Oppenheimer, quien entrevistó nada menos que al chef peruano. El título es: "Gastón Acurio: El chef que regala sus recetas".
Es sabido que algunos chefs retacean información sobre sus recetas, como si se tratara de fórmulas mágicas o el invento de la pólvora en su momento. Ni siquiera eso, en este caso.
El panadero en cuestión, a nuestra pregunta sobre qué harina utilizaba, dijo sin ponerse colorado: "Yo no doy datos sobre harinas, ni marcas". Con el vicio de los periodistas, le repreguntamos aunque ya a esta altura no nos interesaba en absoluto saber qué producto usa. Era pura curiosidad saber hasta dónde iba a llegar con sus misterios ocultos.
Ni siquiera pudimos sacarle si era 000 ó 0000. Solo aseguró que aquí la harina es mala. Cuando escuchamos estas cosas, pasa que nos gustaría decirles que por qué no se vuelven a su país si en la Argentina es todo basura. Sencillamente será porque nadie es profeta en su tierra y en su lugar de origen serían uno más del montón. Quizás, quizás, quizás.
Este panadero no debe saber que nuestro país tiene una rica historia respecto del trigo. Somos un país que tradicionalmente se ha dedicado a este cultivo, que trajo un danés: Juan Fügl. Una estatua lo recuerda en Tandil.
Es verdad que existe harina mala en el mercado, aunque la buena se debe buscar (y se encuentra). No hay que ser mago para conseguir un producto de calidad.
Ahora bien, los chefs que niegan sus recetas son mediocres, si es que consideran que cualquier ignoto puede copiarlos y hacerlo igual o mejor que ellos mismos (creemos que el panadero no conocía al periodista, ergo no sabía con quién estaba hablando y desconocía su profesión). Quizás haya pensado que éramos colegas suyos y le íbamos a robar el proveedor. Absurdo.
Le queremos aclara al panadero que conocemos bastante del tema, por haber trabajado juntos mucho tiempo con uno de los mejores especialistas en trigo de este país, el ingeniero Rubén Miranda. La pregunta no tenía doble intención; salió eso para dar un poco de charla nada más; de ninguna manera para hacer inteligencia sobre un hecho tan insignificante como el que nos atañe.
La mediocridad intelectual no es patrimonio de una nacionalidad, tampoco de una profesión. Es de mediocres ocultar recetas o simplemente no querer decir de qué materias primas se trata. Da la casualidad que el tercero en esta historia, nos había contado días antes qué productos usa en sus negocios y quiénes son sus proveedores.
De algo estamos seguros: cada vez que nos ofrezcan el pan de la harina desconocida, lo vamos a mirar con antipatía. Pero dejémoslo ahí, porque esto ya es harina de otro costal. Pan mal cocido.
Ver para creer, en este caso sería escuchar para creer. Le preguntamos a un panadero bastante conocido, exótico (porque no es argentino se aclara), qué harina utiliza para elaborar sus panes. Lean más abajo y se van a enterar de la respuesta.
No sabemos por qué razón, o tal vez sí porque tenemos aún buena memoria, pero luego de la brevísima charla con el panadero (con quien dialogamos solamente porque estaba con un chef amigo de ambos), quedamos desconcertados y pensamos inmediatamente en Gastón Acurio.
Los invitamos, estimados amigos, a releer esta nota publicada en Fondo de Olla © en mayo del año pasado: http://www.fondodeolla.com/nota/14496-gaston-acurio-el-hombre-de-la-hazana-social-y-cultural/
En ella, reproducimos una frase (el título de la nota en realidad) del colega Andrés Oppenheimer, quien entrevistó nada menos que al chef peruano. El título es: "Gastón Acurio: El chef que regala sus recetas".
Es sabido que algunos chefs retacean información sobre sus recetas, como si se tratara de fórmulas mágicas o el invento de la pólvora en su momento. Ni siquiera eso, en este caso.
El panadero en cuestión, a nuestra pregunta sobre qué harina utilizaba, dijo sin ponerse colorado: "Yo no doy datos sobre harinas, ni marcas". Con el vicio de los periodistas, le repreguntamos aunque ya a esta altura no nos interesaba en absoluto saber qué producto usa. Era pura curiosidad saber hasta dónde iba a llegar con sus misterios ocultos.
Ni siquiera pudimos sacarle si era 000 ó 0000. Solo aseguró que aquí la harina es mala. Cuando escuchamos estas cosas, pasa que nos gustaría decirles que por qué no se vuelven a su país si en la Argentina es todo basura. Sencillamente será porque nadie es profeta en su tierra y en su lugar de origen serían uno más del montón. Quizás, quizás, quizás.
Este panadero no debe saber que nuestro país tiene una rica historia respecto del trigo. Somos un país que tradicionalmente se ha dedicado a este cultivo, que trajo un danés: Juan Fügl. Una estatua lo recuerda en Tandil.
Es verdad que existe harina mala en el mercado, aunque la buena se debe buscar (y se encuentra). No hay que ser mago para conseguir un producto de calidad.
Ahora bien, los chefs que niegan sus recetas son mediocres, si es que consideran que cualquier ignoto puede copiarlos y hacerlo igual o mejor que ellos mismos (creemos que el panadero no conocía al periodista, ergo no sabía con quién estaba hablando y desconocía su profesión). Quizás haya pensado que éramos colegas suyos y le íbamos a robar el proveedor. Absurdo.
Le queremos aclara al panadero que conocemos bastante del tema, por haber trabajado juntos mucho tiempo con uno de los mejores especialistas en trigo de este país, el ingeniero Rubén Miranda. La pregunta no tenía doble intención; salió eso para dar un poco de charla nada más; de ninguna manera para hacer inteligencia sobre un hecho tan insignificante como el que nos atañe.
La mediocridad intelectual no es patrimonio de una nacionalidad, tampoco de una profesión. Es de mediocres ocultar recetas o simplemente no querer decir de qué materias primas se trata. Da la casualidad que el tercero en esta historia, nos había contado días antes qué productos usa en sus negocios y quiénes son sus proveedores.
De algo estamos seguros: cada vez que nos ofrezcan el pan de la harina desconocida, lo vamos a mirar con antipatía. Pero dejémoslo ahí, porque esto ya es harina de otro costal. Pan mal cocido.