Soldados de Perón a los tiros

 Como siempre que me tomo la atribución de escribir en primera persona y no en plural de modestia, aclaró el por qué. Y como voy a referirme a Perón Perón, no podría hacerlo de otra manera.

Mucho me hablaron en su momento mis amigos gourmet que valía la pena probar el guiso de mondongo y las empanadas salteñas de Gonzalo Alderete Pagés, que parecía el dueño del restaurante porque era el hombre orquesta, pero finalmente quedó demostrado que había otros peronistas burgueses propietarios capitalistas en el medio.

Tanto me hincharon con los comentarios favorables, que finalmente resolví invitar a Gonzalo a cocinar para la Cofradía del Cálculo pero en terreno neutral, en el Espacio Gasset de Noelia Pineda. Me gustó mucho la comida, pero no tanto como para dejar de lado mis convicciones "gorilas", como para soportar que te pongan la marchita, que tengas al lado a, por ejemplo, un personaje como Aníbal Fernández, o inclusive tener una gigantografía de ella mirándote con su cara de soberbia.

Es verdad, si hasta he cruzado la calle Carranza para no pasar por la vereda y ver desde afuera toda la parafernalia peruca.

En ese mismo local supo haber un restaurante con nombre estrambótico, de los mismos dueños que luego siguieron con Perón Perón. Entre los propietarios sabíamos que estaban Daniel Narezo Roig, cercano a Hebe de Bonafini, y Fabiana Segovia, histórica productora de Víctor Hugo Morales, aun en la época en que el uruguayo no se había hecho Kirchnerista, sino que hablaba y escribía pestes de Néstor y Cristina.

Sin embargo, pese a mis sentimientos antiperonistas consabidos, el 18 de septiembre de 2013 publicamos en Fondo de Olla (c) una nota firmada por Cali Fidalgo, quien visitó el restaurante y probó algunos de los platos peronistas (menos , el asado al parquet):  http://www.fondodeolla.com/nota/peron-peron-restobar-palermo/

A esta altura hay que decir que Alderete Pagés fue siempre el alma del restaurante. Lo levantó, le hizo un nombre y más allá de que uno no puede sustraerse a lo que contiene un lugar peronista como éste, su cocina daban ganas de probarla, salvo por el ambiente y los eventuales vecinos de mesa que te podían tocar.

Esta semana que casualmente coincide con una fecha patria, para la que seguramente el chef había programado su famoso locro, Alderete Pagés se llevó una sorpresa mayúscula. Le cambiaron la cerradura cual esposa engañada y rencorosa, de manera que no pudo entrar al local, ni siquiera para sacar sus cosas.

No solo eso, el chef denunció haber sido apretado por una patota peronista (ver texto firmado por el propio GAP) en recuadro.

Por otro lado, también se inició una batalla de dimes y diretes, en la que uno acusa a los otros de haberles prohibido la entrada entre gallos y medianoche, y los otros de que había cosas raras en el manejo del restaurante y que por eso lo echaron a Alderete. Aquí no tomamos partido, porque el de ambos es el Peronista donde no pertenecemos y suelen convivir fachos y progres, ricos y pobres, democráticos (o no tanto) con antidemocráticos, kirchneristas y no kirchneristas. Como una bolsa de gatos.

Sí, en cambio, vamos a decir que sin Alderete Pagés no hay Perón Perón. Al menos como estaba concebido. Cuando GAP dice que "Perón Vuelve" no sabemos de dónde se puede volver si no se fue nunca. Y el restaurante sigue abierto, no sabemos con qué rumbo ni qué futuro.

La historia de seis años terminó como suelen terminar las cosas en el Peronismo. Hubo alboroto en la Unidad Básica (digo en el restaurante) y se les quemó el asado de parquet. Hoy andan a los tiros y mañana no se sabe. Cuando hay olor a sangre los perucas se excitan. Pero en definitiva, siempre entre ellos arreglan, van para el lado del poder. Y como decía Borges, el antiperonista por antonomasia, "los peronistas no son buenos ni males, son incorregibles".