Rumbo a Lyon y sin apoyoViernes, 27 de abril de 2018Parece mentira, pero mientras el gobierno argentino, a través del Ministerio de Turismo, gasta fortunas en viajes inútiles al exterior y programas como Cocin.Ar que hacen agua por todos lados, ignoran el Bocuse d'Or, que es algo así como un Mundial de la Gastronomía.
Primero la noticia cruda y certera. La Selección Argentina que participa en el Mundial de Cocina Bocuse d´Or 2019, pasó a la última etapa clasificatoria tras lograr el tercer puesto en México, donde se realizó la final americana.
Ello ocurrió los días 12 y 13 de abril cuando representantes de 11 países del continente, participaron del concurso que clasificaba a cinco equipos para la final a realizarse el año próximo en Lyon, cuna del chef Paul Bocuse.
Los Estados Unidos (1°), Canadá (2°), Argentina (3°), Brasil y Chile, pasaron a la última etapa de este difícil y prestigioso concurso culinario internacional. Estas cinco delegaciones recibieron el mayor puntaje por sus menús a base de salmón, cochinillo y frutos rojos.
Las creaciones fueron evaluadas por un jurado de chefs de distintas partes del mundo, entre los que se encontraba Mathew Peters, ganador del Bocuse d´Or en 2017. Pero también se tomaban en consideración las opiniones de los países participantes (por desgracia, como se leerá más adelante). Los argentinos que participaron fueron Emiliano Schobert, Marcelino Gómez (presidente de la Academia), Fernando Lococo (coach), Daniel Tolosa (coordinador gastronómico) y Huilen Ingram (segunda commis). Y también, Manuela Carbone, que fue distinguida como la Mejor Commis del certamen. La final se realizará los días 29 y 30 de enero de 2019 en la ciudad de Lyon, Francia. Allí, el equipo argentino competirá por el podio contra otros 23 países. En enero de 1987, se creó el Bocuse d'Or, considerado el Mundial de la Gastronomía. La idea es reunir a 24 chefs de otros tantos países y hacerles preparar sus platos en 5 horas y 35 minutos, frente a un público entusiasta.
En el año 2015, la selección argentina logró un premio especial a la promoción y el 15° puesto entre los 24 países que compiten a nivel mundial. Nuestro país tiene una larga tradición y ha participado en la mayoría de las finales del Concurso.
Ahora bien, no es fácil competir en desigualdad de condiciones. Los ganadores cuentan siempre con un gran respaldo económico y operativo por parte de los respectivos gobiernos.
De manera que los argentinos, carentes de esos beneficios, hacen lo que pueden y aun así se destacan. A veces, inclusive, son ayudados por instituciones del exterior, como ha sido el caso de México, donde la ciudad de Cuernavaca dio más apoyo a los nuestros que el propio gobierno argentino.
No lo va a reconocer en público el jefe de la delegación nacional, Emiliano Schobert, quien participará nuevamente del Bocuse d'Or el año próximo, pero ha debido poner dinero de bolsillo para que la gastronomía argentina no deje de participar del certamen.
En México, nuestros compatriotas salieron terceros, a corta distancia del equipo local, que fue escolta de los Estados Unidos. Nuestros representantes no accedieron al segundo lugar porque no quisieron los que votaron en nombre de los países latinos. Fue así que los mismos norteamericanos y mexicanos reconocieron que el salmón de los argentinos había sido el mejor entre todos los exhibidos.
Por un lado, hay que decir que la Academia Nacional Bocuse d'Or Argentina no se pone los pantalones largos y es condescendiente con la Corpo que s beneficiaria de los fondos que cede el Estado para el desarrollo de la gastronomía. Es así que para el Mundial (el Bocuse d'Or) solo reciben migajas respecto de lo que se dispone para Masticar y los viajes de Martitegui dentro del Plan Cocin.Ar, que terminan siendo beneficiosos únicamente para su restaurante.
Y ni hablar de la aerolínea de bandera, que no acepta hacerse cargo al menos del sobrepeso que significa llevar todas las vituallas que demanda participar de este concurso. Ni hablar de los pasajes, que se usan para que viajen algunos chefs privilegiados a cocinar a diez manos, o bien para que el mejor rankeado en los 50º Best pasee por todo el territorio junto a funcionarios de escasos conocimientos y periodistas complacientes.
Aquí en cambio, se habla de Buenos Capital Gastronómica, algo de lo cual se ríen en Perú, México y hasta en Brasil. Claro está que además del ministro de Turismo, el ineficiente Gustavo Santos y otros funcionarios, los mismos cocineros de la Corpo avalan semejante burrada, como es creer que somos la Capital de la Gastronomía Latinoamericana.
Es más que evidente que la ACELGA se puso mustia, que se pone la plata donde no se debe y que los funcionarios de turno se creen su propio verso. Mientras tanto, un grupo de esforzados argentinos hacen todo el trabajo, compiten en desigualdad de condiciones y ponen plata de su bolsillo para que la Argentina no se quede afuera del Mundial de Cocina.
Afortunadamente tenemos profesionales de la talla de Emiliano Schobert, que la viene peleando desde hace rato y nos hace quedar bien frente al mundo. En cambio, otros hacen tomates rellenos de arroz o calabazas con queso de cabra en festivales que se vende con bombos y platillos bancados con dinero público y de los genios del marketing de algún banco extranjero.
Parece mentira, pero mientras el gobierno argentino, a través del Ministerio de Turismo, gasta fortunas en viajes inútiles al exterior y programas como Cocin.Ar que hacen agua por todos lados, ignoran el Bocuse d'Or, que es algo así como un Mundial de la Gastronomía.
Primero la noticia cruda y certera. La Selección Argentina que participa en el Mundial de Cocina Bocuse d´Or 2019, pasó a la última etapa clasificatoria tras lograr el tercer puesto en México, donde se realizó la final americana.
Ello ocurrió los días 12 y 13 de abril cuando representantes de 11 países del continente, participaron del concurso que clasificaba a cinco equipos para la final a realizarse el año próximo en Lyon, cuna del chef Paul Bocuse.
Los Estados Unidos (1°), Canadá (2°), Argentina (3°), Brasil y Chile, pasaron a la última etapa de este difícil y prestigioso concurso culinario internacional. Estas cinco delegaciones recibieron el mayor puntaje por sus menús a base de salmón, cochinillo y frutos rojos.
Las creaciones fueron evaluadas por un jurado de chefs de distintas partes del mundo, entre los que se encontraba Mathew Peters, ganador del Bocuse d´Or en 2017. Pero también se tomaban en consideración las opiniones de los países participantes (por desgracia, como se leerá más adelante). Los argentinos que participaron fueron Emiliano Schobert, Marcelino Gómez (presidente de la Academia), Fernando Lococo (coach), Daniel Tolosa (coordinador gastronómico) y Huilen Ingram (segunda commis). Y también, Manuela Carbone, que fue distinguida como la Mejor Commis del certamen. La final se realizará los días 29 y 30 de enero de 2019 en la ciudad de Lyon, Francia. Allí, el equipo argentino competirá por el podio contra otros 23 países. En enero de 1987, se creó el Bocuse d'Or, considerado el Mundial de la Gastronomía. La idea es reunir a 24 chefs de otros tantos países y hacerles preparar sus platos en 5 horas y 35 minutos, frente a un público entusiasta.
En el año 2015, la selección argentina logró un premio especial a la promoción y el 15° puesto entre los 24 países que compiten a nivel mundial. Nuestro país tiene una larga tradición y ha participado en la mayoría de las finales del Concurso.
Ahora bien, no es fácil competir en desigualdad de condiciones. Los ganadores cuentan siempre con un gran respaldo económico y operativo por parte de los respectivos gobiernos.
De manera que los argentinos, carentes de esos beneficios, hacen lo que pueden y aun así se destacan. A veces, inclusive, son ayudados por instituciones del exterior, como ha sido el caso de México, donde la ciudad de Cuernavaca dio más apoyo a los nuestros que el propio gobierno argentino.
No lo va a reconocer en público el jefe de la delegación nacional, Emiliano Schobert, quien participará nuevamente del Bocuse d'Or el año próximo, pero ha debido poner dinero de bolsillo para que la gastronomía argentina no deje de participar del certamen.
En México, nuestros compatriotas salieron terceros, a corta distancia del equipo local, que fue escolta de los Estados Unidos. Nuestros representantes no accedieron al segundo lugar porque no quisieron los que votaron en nombre de los países latinos. Fue así que los mismos norteamericanos y mexicanos reconocieron que el salmón de los argentinos había sido el mejor entre todos los exhibidos.
Por un lado, hay que decir que la Academia Nacional Bocuse d'Or Argentina no se pone los pantalones largos y es condescendiente con la Corpo que s beneficiaria de los fondos que cede el Estado para el desarrollo de la gastronomía. Es así que para el Mundial (el Bocuse d'Or) solo reciben migajas respecto de lo que se dispone para Masticar y los viajes de Martitegui dentro del Plan Cocin.Ar, que terminan siendo beneficiosos únicamente para su restaurante.
Y ni hablar de la aerolínea de bandera, que no acepta hacerse cargo al menos del sobrepeso que significa llevar todas las vituallas que demanda participar de este concurso. Ni hablar de los pasajes, que se usan para que viajen algunos chefs privilegiados a cocinar a diez manos, o bien para que el mejor rankeado en los 50º Best pasee por todo el territorio junto a funcionarios de escasos conocimientos y periodistas complacientes.
Aquí en cambio, se habla de Buenos Capital Gastronómica, algo de lo cual se ríen en Perú, México y hasta en Brasil. Claro está que además del ministro de Turismo, el ineficiente Gustavo Santos y otros funcionarios, los mismos cocineros de la Corpo avalan semejante burrada, como es creer que somos la Capital de la Gastronomía Latinoamericana.
Es más que evidente que la ACELGA se puso mustia, que se pone la plata donde no se debe y que los funcionarios de turno se creen su propio verso. Mientras tanto, un grupo de esforzados argentinos hacen todo el trabajo, compiten en desigualdad de condiciones y ponen plata de su bolsillo para que la Argentina no se quede afuera del Mundial de Cocina.
Afortunadamente tenemos profesionales de la talla de Emiliano Schobert, que la viene peleando desde hace rato y nos hace quedar bien frente al mundo. En cambio, otros hacen tomates rellenos de arroz o calabazas con queso de cabra en festivales que se vende con bombos y platillos bancados con dinero público y de los genios del marketing de algún banco extranjero.