Pastrón bien argentinoJueves, 15 de marzo de 2018Debajo del huevo hay pastrón, debajo del pastrón hay espinaca, debajo de la espinaca hay latke de papas y debajo del latke hay fondo de cocción. Una comida con historia que en Mishiguene tiene un secreto no tan secreto llamado asado, el corte más argentino.
Todo comenzó en Rumania, país que tiene una tradición judía enorme. En la antigüedad, los rumanos tenían como costumbre secar carnes, pollos y pescados luego de prensarlos para poder extraerles todo el líquido posible.
Luego, los condimentaban con una mezcla de especias que incluía fenogreco, ajo, comino y sal. Colgaban las piezas de carne para que el aire las terminara secando. Como resultado, se obtenía una carne gomosa y dura. Se utilizaba en diferentes cocciones o se consumía cortada en fetas muy finas.
La versión más reciente del pastrón (la que todos conocemos), es una innovación americana. Precisamente de la ciudad de Nueva York. Fue en el Siglo XIX, con la aparición de la refrigeración artificial que se comenzó a curar la carne en baños de salitre y agua para poder lograr un resultado más tierno que el anterior.
Un inmigrante judío de Lituania, de nombre Sussman Volk, fue el responsable de popularizar el pastrón en los Estados Unidos. En 1887 Volk, recién llegado a Nueva York y ante la incapacidad de encontrar trabajo, decidió abrir una carnicería kosher en la calle Delancy en Lower East Side.
Fue un inmigrante rumano quien le preguntó a Volk si podía dejar un maletero en el sótano de la carnicería por dos años, ya que necesitaba viajar a Rumania por cuestiones familiares. A cambio del favor, le pagaría dándole su secreto mejor guardado: la receta familiar del pastrama. Así fue como Volk abrió en NY el primer deli judío donde servían sándwiches de pastrón con mostaza y pan de centeno poco molido.
Hace más de tres años, cuando comenzamos a analizar en el concepto de Mishiguene, pensamos de qué manera podríamos preparar una versión de pastrón que representara a la cultura argentina judía. Fue así que decidimos preparar nuestra versión de pastrón pero con el corte de carne más argentino de todos: el asado.
Debajo del huevo hay pastrón, debajo del pastrón hay espinaca, debajo de la espinaca hay latke de papas y debajo del latke hay fondo de cocción. Una comida con historia que en Mishiguene tiene un secreto no tan secreto llamado asado, el corte más argentino.
Todo comenzó en Rumania, país que tiene una tradición judía enorme. En la antigüedad, los rumanos tenían como costumbre secar carnes, pollos y pescados luego de prensarlos para poder extraerles todo el líquido posible.
Luego, los condimentaban con una mezcla de especias que incluía fenogreco, ajo, comino y sal. Colgaban las piezas de carne para que el aire las terminara secando. Como resultado, se obtenía una carne gomosa y dura. Se utilizaba en diferentes cocciones o se consumía cortada en fetas muy finas.
La versión más reciente del pastrón (la que todos conocemos), es una innovación americana. Precisamente de la ciudad de Nueva York. Fue en el Siglo XIX, con la aparición de la refrigeración artificial que se comenzó a curar la carne en baños de salitre y agua para poder lograr un resultado más tierno que el anterior.
Un inmigrante judío de Lituania, de nombre Sussman Volk, fue el responsable de popularizar el pastrón en los Estados Unidos. En 1887 Volk, recién llegado a Nueva York y ante la incapacidad de encontrar trabajo, decidió abrir una carnicería kosher en la calle Delancy en Lower East Side.
Fue un inmigrante rumano quien le preguntó a Volk si podía dejar un maletero en el sótano de la carnicería por dos años, ya que necesitaba viajar a Rumania por cuestiones familiares. A cambio del favor, le pagaría dándole su secreto mejor guardado: la receta familiar del pastrama. Así fue como Volk abrió en NY el primer deli judío donde servían sándwiches de pastrón con mostaza y pan de centeno poco molido.
Hace más de tres años, cuando comenzamos a analizar en el concepto de Mishiguene, pensamos de qué manera podríamos preparar una versión de pastrón que representara a la cultura argentina judía. Fue así que decidimos preparar nuestra versión de pastrón pero con el corte de carne más argentino de todos: el asado.