Nerón y yo

Mi perro fue periodista gastronómico

Lunes, 10 de julio de 2017

Hace más de siete años, cuando nació Fondo de Olla utilizó la figura del perro labrador Nerón, para ironizar sobre diversas profesiones ligadas a la gastronomía. Y tomamos hoy, pero actualizada, la profesión que más nos toca de cerca: periodista gastronómico. Antes había sido sommelier.

Desde aquel lejano mayo de 2010, mucha agua ha pasado debajo de los puentes. Ya no quedan revistas gastronómicas ciento por ciento, o por lo menos las que siguen lo hacen esporádicamente o ni siquiera eso. Vamos al relato original y después lo vamos adaptando a la realidad actual.

Lo que temía desde hace varias semanas, finalmente sucedió. Desde que es sommelier, mi perro comenzó a devorarse todas las revistas gastronómicas (bah, los medios digitales porque de papel ya casi no queda nada). 

Parece que le gustó la cosa, porque anoche, después de una breve recorrida fisiológica por las calles del barrio, empezó a mover la cola. Mala señal. Ya se imaginan: "quiero ser periodista gastronómico", me ladró.

Yo apenas atiné a decirle: "zapatero a tus zapatos". Pero el perro es más obstinado que el dueño y me respondió: ¿acaso ahora los sommeliers no escriben en las revistas?

Pues bien, si los periodistas tuviéramos el mismo celo profesional que los hombres y mujeres de negro, éstos no estarían escribiendo en ningún lado.

Pero a los propietarios, directores, editores y secretarios de redacción, no les preocupa demasiado que en general los sommeliers no sepan escribir, total siempre hay un periodista que los corrige, los edita, hasta les reescriben los jeroglíficos y desaguisados gramaticales originados en la Sommellerie.

Y ellos se llevan las palmas. Me rendí a la lógica perruna. Nerón tiene razón. ¿Por qué otros sí y él no? Es que me dijo: "mi amo es periodista, conoce el campo, a los productores, a los empresarios gastronómicos, a los cocineros, a los mozos, a los consultores de prensa y a los colegas, tengo el problema solucionado".

Y ya me comprometí a corregirle las notas, ahora terminaré poniendo mi prosa para un perro, nada menos. Sólo espero que no tenga el mismo "olfato" periodístico que su patrón. Al menos, ya con el hecho consumado, lo mandé para el campo. Luego vendrá el tiempo de los consejos, que más que técnicos serán de cómo manejarse para no perder el prestigio. Que primero tendrá que ganárselo.

Nerón no podrá ir a la Facultad de Agronomía, claro está. Pero al menos, mis amigos productores le enseñarán lo básico. Convivirá con las vacas que comen pastos naturales, también las de feed-lot, pisará los campos del "yuyo malo" (digo la soja)... Después de ver cómo se mata un chancho y se hacen chorizos caseros, tal vez lo inviten a comer un asado, la única macana es que a mi perro le gusta la carne más bien crudeli, pero los chacareros comen suela de zapato.

Igual el negrito no le hace asco a nada. Después Nerón va a rumbear para las bodegas, sobre todo para enterarse de qué es eso de la acidez volátil y la maloláctica.

Me olvidaba, él ya lo sabe porque es sommelier. Entonces seguro que va a preguntarle al enólogo de turno qué acidez volátil tiene tal o cual vino. A mí no me importa mucho (y a los lectores tampoco), pero seguro que Nerón va a ganar puntos, él necesita escalar en la profesión.

Finalmente, tras comerse unas moscas en un viñedo biodinámico (que está lleno de bichos, lógico, además allí el granizo pasa de largo), rumbeará de nuevo para Buenos Aires. Lo voy a llevar a muchos restaurantes. 

Todo esto hizo Nerón, pero ya  no está. Hoy lo recordamos y si estuviera entre nosotros le daríamos estos consejos:

A nuestro perro, al que hoy le rendimos homenaje porque ya no lo tenemos físicamente, le daríamos ahora nuevos consejos para que de esa manera haga respetar la profesión:

1) Nerón: no te hagas invitar nunca. Si tu jefe de redacción te dice que hay que ir a determinado lugar pero no te paga la cuenta, no vayas. Que lo haga otro. Solo irás si te invitan, tenelo claro.   

2) Siempre pedí la cuenta o al menos preguntá si está todo bien, si tenés que firmar algo.Porque dicen haber visto a colegas que se comieron todo y se tomaron lo más caro, y luego se levantan y dicen "chau chau", haciendo gestitos con las manos levantadas. Buenos modales ante, todo un gesto de educación no está nunca de más. 

3) Nunca pidas lo más caro, así te respetarán (me acuerdo de un colega que pidió un vino de miles de euros en un castillo francés, invitado por bodega franco argentina amiga de lo fashion. Que se jodan, la culpa no la tiene el chancho. 

4) Dejá de criticar cualquier cosa y de quejarte de todo delante de tus anfitriones, solo para llamar la atención.Si hay algo que criticar nunca lo hagas en ese momento, sino en privado en tus notas. 

5) No llegues tarde, de lo contrario serás un maleducado.

6) No llames enojado porque no te invitaron a un evento o a un viaje. Cada uno tiene el derecho de invitar a quien se le antoje.

7) No hables de política porque es para quilombo. A ver si te topás con alguna periodista que critica la política de importaciones del gobierno con un I-Phone en la mano. O con alguna bodega que te cierra las puertas por pensar diferente.

8) No utilices un lenguaje basado en neologismos o palabras de idiomas extranjeros hasta la exacerbación. Foodie es la que más odiamos.

9) No le des bola a quienes pretenden que te rebajes ante ellos para que te den algo a cambio. Por ejemplo, una agencia de prensa que te manda comunicados pero si querés que te manden un vino para probarlo y juzgarlo deberás rogárselos como si estuvieras pidiendo limosna. Para eso mejor compralo si es que te interesa tanto probarlo.

10) Nunca hagas el trabajo facilongo de los seudoperiodistas llamados instagramers o influenciers, que solo son capaces de escribir dos líneas sin que se les caiga una idea. Mienten sobre su cantidad de seguidores y encima les cobran a las incautas empresas. Otra vez eso de que la culpa no es del chancho sino del que le da de comer.

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