Gastronomía que siempre se renueva

Dónde comer en Cafayate

Lunes, 30 de enero de 2017

Cada vez que uno llega a este pueblo de encanto inexplicable (para entenderlo sólo hay que venir y comprobarlo uno mismo), se encuentra con novedades gastronómicas. Mucho turismo, local y extranjero, que demanda acompañar los vinos con sus empanadas al horno de barro, platos regionales, cabrito, conejo, pollos de campo y quesos de cabra.

No hay que esperar grandes lujos ni sofisticación. Aquí, a tono con la tranquilidad pueblerina, todo es más sencillo y auténtico. Por ende, los precios también lo son.

Si pensás, a priori, que es imposible comer hoy por 150 pesos en un restaurante de cualquier lugar de la Argentina, estás equivocado. En Cafayate eso es posible.

Cualquier menú regional, con las infaltables empanadas, humitas, tamales o locro, además de un quesillo con miel de caña, no costará más que la cifra mencionada más arriba.

Un consejo: pedir vino de la casa (Torrontés de damajuana de la Bodega Domingo Hermanos), de muy buena calidad y barato. De todas maneras, los valores del vino son mucho más bajos que en el resto del país, ya que provienen de las bodegas locales, que cuentan con una franja de precios que se adapta a todo bolsillo (sin costo agregado por el flete).

Un circuito clásico no puede omitir entre otros lugares, a El Rancho, El Terruño, Orujo, La Carreta de Don Olegario, Macacha, Baco y por qué no, comer por la tarde un chacarero (versión local del barroluco cuyano) en El Sol y su vecino Café de Las Viñas.

No olvidarse tampoco de Viñas de Cafayate Wine Resort (el hotel "del Japonés" para los lugareños), atendido por la familia Kishimoto. Nicolás, el hermano menor es el chef.

Vale la pena aclarar que si uno pide empanadas, nunca va a salir defraudado en ningún lugar del pueblo. En El Rancho tienen de queso de cabra, fritas, o las tradicionales de carne cortada a cuchillo al horno de barro. Una excelente opción es pedir una generosa porción de cabrito al horno de barro (cuando hay), con papas doradas.

El Terruño, frente a la plaza por Güemes Norte, es sin dudas un lugar "gourmet" de Cafayate. Su chef propietario, Carlos Amante, acredita una larga trayectoria que incluyó varios años en la emblemática cocina del Plaza Grill. De allí surgen nada menos que los huevos Po Parisky. Algunos principales para recomendar son las crepes de humita, el conejo y la entraña, un clásico de la casa. En Orujo, ubicado a media cuadra de la plaza, los Amante ofrecen otras opciones muy apetecibles.

La Carreta de Don Olegario, pegadito a El Terruño, es el restaurante más viejo del pueblo. Las empanadas y un buen locro son tentaciones inevitables en este lugar. El dueño de casa es fanático de Boca, de manera que mejor evitar ingresar al local con la camiseta de la "banda".

Siempre por la Ruta 40, que atraviesa el pueblo, pero ya en Güemes Sur, a media cuadra de la plaza, está Macacha. Desandando la misma calle, nos encontramos con Baco, para comer una pizza o empanadas, y un poco más allá está El Criollo, que tiene uno de los mejores cabritos.

Después de la cena, nada mejor que un helado de Torrontés o Cabernet. Varios locales ya han "copiado" a Miranda y ofrecen sabores poco frecuentes, además de vino, como tuna y hasta muña muña (el Viagra norteño).


Camino al Divisadero, a unos tres kilómetros del centro del pueblo, está el hotel "del japonés", con una excelente propuesta gastronómica. Vale la pena recorrer esa corta distancia para disfrutar de una cocina de alto nivel, siempre a precio increíble para nuestros sufridos bolsillos porteños.

Pero Cafayate siempre te da sorpresas. En nuestra última visita, descubrimos Bad Brothers, con su original propuesta de tapas. Cuenta con un amplio patio y salones temáticos (uno exclusivo para mujeres y otro para que hagamos nuestros propios cortes de vinos).

Nos quedó pendiente Pacha, que estaba cerrado por vacaciones. Allí cocina Tomás Casado, exchef de Patios de Cafayate.

Precisamente fuera de los límites del pueblo están la Bodega Piattelli, camino a Yacochuya; el ya citado Patios en la Bodega El Esteco, y en Estancias de Cafayate los restaurantes de Grace y el Club House, ya lamentablemente sin la participación del chef Javier Robles, quien promete en corto plazo tener su propio emprendimiento local.

Ya hacia el sur, La Posta de Tolombón nos espera con sus asadores y platos regionales, a buen precio.

Cafayate en un plato, con la copa siempre a mano, una experiencia que hay que cumplir al menos una vez en la vida, pero si es reiterada como en nuestro caso, mucho mejor.





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