Editorial

Madrid ConFusión

Jueves, 26 de enero de 2017

El gobierno argentino decidió poner este año toda la carne al asador para promocionar nuestra gastronomía en Madrid. Pero apareció Mallmann y colgó los pollos en la Plaza Mayor. Más de lo mismo. Aun así, lo peor de todo se vio en los desaguisados cometidos en la participación argentina en Madrid Fusión.

Antes que nada, vamos a aclarar que no estamos en contra de los chefs que viajaron a Madrid para participar del festival que hace el periodista José Carlos Capel todos los años. No vaya a ser que alguien se enoje porque no leyó la nota completa, como pasó con la que hicimos sobre la última edición de los 50 Best LATAM.

Aclarado esto, vayamos al grano. El Ministerio de Turismo de la Nación, comandado por el cordobés Gustavo Santos, decidió hacer una gran inversión para que la "cocina argentina" estuviera presente en Madrid, aprovechando que casi en simultáneo se realizaban FITUR y Madrid Fusión.

Toda esta movida se pareció a una comedia de enredos, un vodevil en el cual la imagen argentina una vez más quedó desdibujada. Tanto como ocurriera el año pasado con Comilona, que se hizo en Singapur en un lugar llamado Bochinche, que no tenía infraestructura, más allá de que dicen que es el primer y único restaurante "argentino" de esa isla, ciudad, Estado.

El INPROTUR sigue emperrado en gastar el dinero de los contribuyentes en un sinsentido que habrá salido de alguna mente brillante. Porque, ¿a quién se le ocurre promocionar la culinaria de nuestro país en un sitio tan lejano y donde no hay posibilidades ciertas de crecimiento?

Lo de FITUR parecía más lógico, pero los hechos terminaron por dar con tierra con las expectativas que había despertado la presencia argentina en la feria turística de Madrid.

Era tragicómico ver cómo Mallmann volvió a copiarse a sí mismo con Los Siete Fuegos. Y esta vez, tal como lo hiciera en Mendoza durante el Mundial de Sommeliers 2016, volvió a apelar a los pollos colgantes que siempre le quedan crudos. Una contradicción tratándose del chef que quema todo. El problema es que quema lo que no debe y no cocina lo que sí debiera.

La historia oficial dice que hicieron un asado (sic) para 1.200 personas, pero en las fotos que nos mostraban los afortunados viajeros, solo se veía gente parada mirando con curiosidad esta repetida extravagancia del inefable Francisco. En todo caso, fue un asado de dorapa (con la palabra al vesre evitamos la cacofonía).

La parte positiva, en todo caso, es que en FITUR estuvieron presentes varios cocineros del interior del país, como el cordobés Martín Altamirano y el chef del Llao Llao, Federico Domínguez. Desde el gobierno nacional, dijeron que este grupo había viajado a FITUR y no a Madrid Fusión, aunque se vio luego que Altamirano sí participó en el Capel Show. Tampoco quedó claro quién pagó los gastos de estos cocineros, si fue cada provincia, si fue el Ministerio de Turismo, o nadie.

Pero el sainete llegó a su máximo grado de irracionalidad en la designación de los cocineros. Esto sí que fue una verdadera Madrid ConFusión. Para decirlo sin eufemismos, fue un papelón mayúsculo aunque no haya trascendido toda la verdad (hasta ahora).

La información oficial dice que fueron invitados Germán Martitegui, top 10 en los 50 Best (¿y qué?); Tomás Kalika (por Mauro Colagreco, que no asistió por enfermedad); Mauricio Giovanini (1 estrella Michelin); Hernán Luchetti (sous chef en El Celler de Can Roca); Mariana "China" Müller (Restaurante Cassis, Bariloche) y Tato Giovannoni, bartender y abonado permanente a todos los viajes que hace el gobierno como si no hubiera otra gente capaz de representarnos en coctelería.

Todos son excelentes profesionales, así nada que discutir. Pero los entretelones que hubo detrás de esta designación, merecen la pena ser contados para que los lectores de Fondo de Olla se enteren de lo mal que se manejaron las cosas.

El quid de la cuestión es que el Ministerio de Turismo se ocupó de que la Argentina fuera país invitado en Madrid Fusión. Esto no fue muy difícil de lograr, ya que te invitan a participar pero hay que pagar hasta el café.

LA PRESENCIA DE NUESTRA GASTRONOMÍA EN MADRID, NO FUE OTRA COSA QUE UNA COMEDIA DE ENREDOS EN LA QUE UN SIMPLE PERIODISTA ESPAÑOL PUEDE MÁS QUE LA DIGNIDAD DEL ESTADO ARGENTINO. Y QUE MALLMANN SIGUE COPIÁNDOSE A SÍ MISMO DESDE HACE TRES DÉCADAS.

Más allá de este detalle (te invitan a tu casa pero llevás hasta el pan y te hacen lavar los platos), el problema es que Capel y señora se reservaron el derecho a nombrar a los chefs que participarían por nuestro país. El problema mayor es que el Ministerio de Turismo se bajó los pantalones y aceptó todas las exigencias del dueño de Madrid Fusión. O sea que un simple periodista español, con su espada de conquistador al estilo Ignacio Medina, pudo más que el Estado argentino.

La sucesión de hechos se desarrolló de esta manera: el secretario de Turismo, Alejandro Lastra, le informó a Dante Liporace que él iba a ser el expositor de una ponencia conjunta con (sic) el chef Gonzalo Aramburu. La nota tiene fecha 21 de septiembre de 2016. 

Decía Lastra en su misiva que el "Ministerio de Turismo tiene la finalidad de iniciar un proceso de revalorización del patrimonio cultural gastronómico en el mundo bajo el concepto de Cocin.Ar (Cocina Argentina).

Los del Lobby sin Fronteras, al conocer esto, salieron a fustigar esta designación aduciendo amiguismo. Va de suyo que luego tuvieron que hacer mutis por el foro, ya que los hechos dieron por tierra con esta falsa acusación. A nadie le gusta quedar afuera y menos a ellos.

Seguimos con el relato: Capel lo bochó a Liporace, ya que una periodista local que no tiene sintonía con el chef y a la vez es muy amiga de la señora Capel, pidió su cabeza. Lamentable.

Los funcionarios argentinos trataron de convencer al dueño de Madrid Fusión, pero no hubo caso. Y en lugar de decirle "mire Capel, nosotros queremos a Dante Liporace y de otra manera no vamos a participar", aceptaron lo inaceptable y empezaron a armar el equipo de nuevo.

En el medio, como no recibía noticias Dante Liporace decide mandar una carta de renuncia en un acto de dignidad que otros no tienen. Ni siquiera pesó que periodistas españoles dijeran  que "en Cataluña al único que conocen de la Argentina es a Dante Liporace".

Parece que en el medio le ofrecieron viajar a Pablo Rivero, de Don Julio, quien desistió. Finalmente, Capel invitó a Tomás Kalika y estuvo muy bien que así fuera porque Mishiguene ha sido uno de los grandes éxitos del año pasado.

De manera que el gobierno argentino puso la plata pero no le dejaron designar a un solo cocinero. Que los desmientan si quieren para no quedar en ridículo, pero es así como les contamos.

La participación de los argentinos en este caso fue muy buena, pero lo que se cuestiona es otra cosa: que todo se haya manejado con desprolijidad y se permitiera que nos trataran como un país de cuarta y con funcionarios sin personalidad (por decirlo de manera elegante).

Todo esto resulta preocupante cuando este año se va a celebrar el pomposo evento denominado Buenos Aires Capital Iberoamericana de la Gastronomía, donde una combinación de pseudoacademias querrá llevar agua para su molino con dinero de los contribuyentes porteños.

Y una cosa más: resulta sintomático que funcionarios que sabemos que piensan de una manera, actúan de otra por conveniencia personal. Cuando ingresan al ascensor para subir a su despacho, tiran su honra a los perros y actúan con hipocresía.

Y una cosa más. Para comprobar la irracionalidad de todo este enredo, apareció un tal Javier Brichetto, que dicen que es el "Rey de la Tapa" y está a cargo del Restaurante Musakaya en Toledo. Fue el coordinador de los cocineros durante la visita a Madrid y según declaró al diario La Nación, la recepción de la gastronomía argentina en Europa va a dar un vuelco: "estamos con los tópicos de siempre: el bife, la empanada y los cuadros de Gardel y Maradona. Ahora tenemos la oportunidad de demostrar la cocina autóctona y buscar nuestra propia identidad, de ir renunciando a la influencia española e italiana. No nos sirve hacer un risotto con arroz del Chubut sino buscar nuestras recetas individuales y volver a las raíces".

En lo personal no quiero renunciar a la influencia que nos legaron los inmigrantes y ancestros. Por otro lado, no sabemos a qué raíces se refiere. Y aparte el arroz de cultiva en Entre Ríos, no en Chubut.

Como síntesis de todo esto, sirven las palabras carentes de sentido común de este chef, como para demostrar que la presencia argentina en la capital española, no fue otra cosa que Madrid ConFusión.

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